El otro día me llevé el retrovisor derecho del coche (apenas hace unos meses que tengo el carnet y el coche es nuevo). Esto me pasó intentando aparcar, fue contra una columna. Ocurrió después de dos horas y media de viaje, acompañado (esta también era la primera vez que llevaba alguien). En pleno clímax de los carnavales de A Coruña, puedes imaginar el parking donde suelo dejar el coche, a reventar, no cabía un alma y en ese momento, cansado, con ganas de terminar y descansar, tome malas decisiones.
Mi madre me dice siempre que tengo una flor en el culo. Esto viene a decir algo así como que tengo buena suerte. En sí, no le pasó nada al coche, solo un ligero arañazo. En el momento del golpe, conté hasta diez (o diez mil más bien) y logré salir, para por último, dejarlo en una zona de fácil acceso (pero algo alejada).
El caso es que me sentó fatal. Me cambió el humor durante casi toda la semana. Venía de pasar un día muy agradable. Ese fin de semana estuve disfrutando de los carnavales de Ourense, y aprovechando un festivo de A Coruña, decidí irme a dormir por Asturias, a un pueblecito llamado Cudillero.
Precioso, encantador y algo solitario (al menos por estas fechas). Mi plan era ideal, acabar el día comiendo en la Perla Negra, de un pueblito llamado Luarca.
¿Cómo me puede cambiar el humor algo así? Si no le pasó nada al coche. Justo, por esta pregunta y sus respuestas, quiero hablarte de lo importante que es aprender a fallar. Aunque a mí (a pesar de entrenarlo durante años) me siga jodiendo, molestando y afectando tanto.
Zuck lo tiene claro. Tienes que perder la vergüenza o algo menos haciendo uso de ella, perder el miedo a fallar. Asumir y aceptar que puedes hacerlo. De hecho, es el camino (el mejor que conozco) para aprender rápido. Y es que esto me obsesiona. Aprender aún más rápido.
Odio fallar, soy una persona perfeccionista. Por suerte con los años aprendí que es algo natural en mí, y creo que más entre personas competentes. Curioso ¿verdad? Fallar para llegar al éxito.
Bien, déjame contarte cómo he llevado esto a las empresas y en general a mi vida.
Diseñar una empresa para fallar no es fácil. Primero debes aceptarlo tú (como ves, yo aún sigo en proceso de permitirme fallar sin que me afecte tanto). Una vez aceptado por ti, es cuando puedes preparar tu empresa para fallar ¿Cómo? Poniéndolo en práctica, fallando tú ¿Cómo? Te diría que no hay mejor herramienta, que la de liderar con el ejemplo. Que te vean fallar, que vean cómo reaccionas y cómo lo gestionas. Sobre todo visibilizarlo, compartirlo, hacer de esto algo natural y común.
Dedicaría una serie completa a hablar sobre incentivos, hoy voy a tocarlos por encima: un incentivo se compone, por defecto, de premios y castigos ¿Premias o castigas los errores? Aquí otra de las claves al detalle: analiza cómo te comportas frente a tus fallos y cómo te comportas frente al fallo de los demás.
Estamos hablando de que propongo “socializar” el fallo, compartirlo, llegando con esto a la tercera clave: no “premiar” en sí el fallo, sino premiar el aprendizaje que viene acompañado del mismo. No nos vamos a engañar, yo no he disfrutado en absoluto de rayar el coche. Es imposible disfrutar algo así, pero he aprendido a coger ese fallo y convertirlo en aprendizaje (aunque haya ocupado parte de mis pensamientos durante toda la semana).
Está claro que algunos fallos pueden tener un impacto o mejor dicho, un precio mayor que otros, para mí lo importante está en aprender siempre de ellos.
Socializar el error también es compartir ese aprendizaje, no se trata de quitarle hierro al asunto sin más, sino de aceptar, entender, analizar y desde la vulnerabilidad que te da aceptar un fallo (delante de tu equipo, amigos o personas), sacar algo de valor del mismo. No se trata de ir por la vida siendo un cafre, sin cuidado, torpemente, sin responsabilidad, se trata de usar esos fallos como aprendizajes.
Y aquí la última de las claves (porque creo que la fortaleza mental se construye en sí sobre estas bases): premiar el fallo. Importante aclaración, no hablo de premiar fallar sin sentido, sino asumir que puedes trazar una estrategia, una estrategia donde el premio sea aprender. Aprender tomando decisiones, y recogiendo su resultado después. Premiar el aprender, premiar, fallando, aprendiendo.
Aquí concluyo mi teoría sobre por qué creo que fallar rápido nos permite aprender más rápido. Se trata precisamente de aplicar la mentalidad de producto: esta se basa en analizar el riesgo, partir en partes más pequeñas lo que conoces o no del problema, y mediante acciones y decisiones, ir reduciendo la incertidumbre.
No hace falta romper un coche para aprender a conducir, hace falta asumir que el número de errores que debes cometer es alto, en proporción al desconocimiento o conocimiento que tengas de la tarea. Lo que no vas a hacer es castigarte cada vez que esto ocurre, asumes que la vida es un aprendizaje y que el proceso es el camino, se trata de socializar el fallo, mostrándote vulnerable, recogiendo feedback, todo esto con el único objetivo de ser un uno por cierto mejor cada día.
¿Cómo preparas tu empresa o tu equipo para esto? Lo primero es pasando a la acción tú mismo, cuando falles no lo escondas, comparte ese conocimiento y muéstrate vulnerable. Las personas que trabajan contigo te verán fallar, podrán ver tus reacciones, cómo actúas frente a ello, y ahí es cuando tú demuestras que si tú puedes, ellas tan bien pueden. Por otro lado, se trata de premiar que no castigar, premias la capacidad que tienen las personas de aplicar esa mentalidad de producto. Yo no quiero crear una compañía frágil, necesito personas que tomen decisiones y asuman riesgos. Con una estrategia u objetivo para tomarlos por delante (con responsabilidad). Premio que fallen con el objetivo de aprender, y que traigan de vuelta esos aprendizajes. No quedarnos en la primera capa (lamentar el fallo), que probablemente el porcentaje de que sea negativo es más alto que positivo, no, lo que pido es ir a por la siguiente capa, el aprendizaje.
Está claro que no se puede generalizar, hay errores graves que se dan por falta de conocimiento, por circunstancias o simplemente por el azar y la mala suerte. Yo hoy te hablo de una actitud frente a la vida, donde aunque nos moleste fallar, vivamos, asumiendo que forma parte del proceso. Que convertir cada fallo en un aprendizaje es lo más poderoso que conozco, y una vez hallado ese aprendizaje lo celebres. Que te premies por ello, te premies por aprender más rápido.
Por último te dejo un texto de
que siempre comparto a las personas que se incorporan al equipo. Y que de forma recurrente suelo compartir con los managers “Echar a los leones”.En otra ocasión, hablaré no de fallar, sino de las variables que aumentan las posibilidades del mismo. Como, por ejemplo, estar cansado o de mal humor a la hora de tomar decisiones. Por lo pronto, si te ha gustado compártelo. Me ayuda mucho. Y recuerda, no siempre debes fallar tú, nada mejor como leer, aprender de otros casos y de esta manera, anticiparte a posibles fallos que puedas cometer tú.
Qué buena carta, gracias Danny!