Tomar decisiones es agotador y más cuando tras ellas dependen proyectos, personas e incluso puestos de trabajo. Por esto, dedico tiempo de calidad a pensar sobre el arte de decidir.
Aprender a tomar decisiones.
Creo férreamente que el momento perfecto no existe. Si hay lineas rojas para mí, una de ellas es tener que mantenerme a la espera por mucho tiempo. No nací siendo una persona muy paciente (he tenido que entrenar la paciencia) pero por encima de mantenerme a la espera, es compartir tiempo y espacio con personas que viven esperando el momento perfecto.
Podría decirse que tolero mal la indecisión. Siendo objetivo, no decidir es tomar una decisión en sí, decides no hacer nada. Decides la inactividad.
Surfear (o aprender a hacerlo) me ayuda a relacionar conceptos de mi vida personal con la profesional. Ya no se trata de escoger una buena playa y coger olas, se trata de escoger donde colocarte en el agua, dosificar fuerza y velocidad, aprovechar la energía del mar y ahí, con esa suma de decisiones coger olas.
Tomar buenas decisiones.
Si ya surfeas no hay nada nuevo, esta sensación la conoces mejor que yo. En una sesión de surf, con suerte un cinco por cierto de tu tiempo lo pasas sobre la ola, el resto, lo pasas leyendo el mar con el objetivo de tomar las suficientes decisiones como para no cansarte demasiado y coger alguna que otra ola.
¿Qué relación guarda esto con lo profesional? Está claro que a día de hoy tomo malas decisiones. Por múltiples razones, pero la principal es porque me falta experiencia. Me colocó mal en el pico (donde rompe la ola), remo antes de tiempo, no le meto la suficiente velocidad a la remada, tardo tiempo en ponerme de pie y pierdo fuerza. El caso es que son malas decisiones. Pero gracias a ellas mi surf es consciente. Mis malas decisiones son consientes.
Gracias a tomar malas decisiones, aprendo. Aprendo que no hacer la próxima vez.
Por esta razón no tolero la indecisión. Vivo por y para aprender, si para mí esperar el momento perfecto es una linea roja, un motor de vida es aprender.
Esta claro que si esperara el momento perfecto para surfear no lo haría nunca. Jamás. Porque la primera vez no será perfecta, de hecho, será vergonzosa. Difícil de ver, ridícula e incluso una perdida de tiempo. No será perfecta.
Y es que la primera gran verdad (ojo, mi gran verdad) es que para tomar buenas decisiones debes aprender qué es el interés compuesto. Pensar a medio largo plazo. No ver una decisión aislada, si no, la secuencia de decisiones como para que en conjunto saber si tiene sentido continuar o no tomando las siguientes decisiones.
Por ejemplo, esta secuencia:
Estar sano
Hacer deporte
Aprender a surfear
Ir al agua de forma constante
Gestionar la frustración
Disfrutar del mar
Leer el mar
Entrenar
Socializar en el agua
Surfear
Diez decisiones, no una. Diez. Una secuencia que empieza por la visión a largo y acaba con el acto en el corto, el acto por el que el resto de decisiones tienen valor. Interés compuesto.
Y para tomar buenas decisiones no solo se trata de actuar. A veces, como te decía antes, no hacer nada es tomar una decisión en sí. Pero en este caso, al igual que mi surf consciente, es una decisión que tomas de forma deliberada. No esperas el momento perfecto, no, decides no hacer. No es azar, es tu decisión.
Aquí vamos al siguiente punto. Hay dos tipos de decisiones, con las que no puedes volver atrás (las más difíciles de tomar) y las que puedes revertir o volver a empezar sin problemas.
Creo que este tweet representa perfectamente esta idea. No son decisiones que puedas tomar a la liguera. Y para tomar estas decisiones, aunque tengas experiencia en todas ellas, el riesgo es alto y probablamente el coste y la ganancia también.
Mi forma de enfrentarme a ellas es ir validando con pequeñas decisiones si tiene sentido actuar o no. Partir el problema en partes más pequeñas. No es todo o nada de golpe, se trata de recoger el mayor volumen de conocimiento para de esta manera tomar acción. Ser precavido pero no temeroso. Así sea diciendo que no.
Hay un principio básico si se trata de estas decisiones: si dudas es que no. Siempre.
Por otro lado, ante una hipótesis, es decir, una decisión que parece que tiene el mismo nivel de esfuerzo, siempre me quedo con la que más duela en el corto. Esto no es cosecha propia, leyendo a personas que considero de éxito son tips y trucos que se repiten entre ellos y hoy comparto contigo.
Si tienes que escoger, escoge lo que duela más en el corto. Siempre.
Por último y no menos importante, asume que vas a fallar. Tomar decisiones es mojarse. Es caerte de la ola. Constantemente. Es que te revuelque el mar e incluso pienses que vas a morir ahogado (aunque solo pases unos segundos bajo el agua). Asume que duele y que va a doler siempre. Duele porque odiamos fallar. Pero fallando aprendemos, aprendemos qué no hacer la próxima vez. Aprendemos otro camino. No se trata de ser un kamikaze, si te vas a casar y dudas, no te cases. Porque ante decisiones importantes como comprarte una casa, si dudas, la respuesta a este tipo de decisiones siempre es que no.
Parte en partes más pequeñas el problema y con esas pequeñas partes en suma, apuesta y asume que aun siguiendo el proceso, igualmente puede que falles.
No tolero la inactividad. No toleres la indecisión.
Decide. No lo hagas en caliente, ni cansado o cansada. Tampoco de mal humor. Construye criterio. Mójate. No veas la vida pasar. Toma buenas decisiones ¿por qué? porque el momento perfecto no existe.
¿Qué son buenas decisiones para ti?
El tema de las decisiones es clave. Como dices, merece la pena dedicar un tiempo a pensar sobre el arte de decidir. Me gusta la idea que propones de pensar en las decisiones como un interés compuesto. Es una reflexión interesante. Y sobre el tema de tomar decisiones difíciles al inicio, hay una frase de Jerzy Gregorek que si no la conoces te gustará: Elecciones difíciles, vida fácil. Elecciones fáciles, vida difícil. Felicidades por el artículo.
Gracias Dani por este post, muy buena reflexión.
Me recuerda mucho a la frase que repetía mucho la Head Coach de Careershifters:
En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada.
- Theodore Roosevelt