Bueno, pues ya di la charla. Hoy escribo mucho más relajado, desde el hotel, justo antes de la fiesta de cierre. Seguro olvidaré muchas cosas, pero lo que no creo que se me borre es la cara de plenitud de David Éboli. Ayer, el fundador de Blanc, andaba entre la gente. Tenía un gesto… bueno, el gesto de alguien pleno. Mezclado con la gente, en silencio, sonriendo, disfrutando de ver cómo otros disfrutan. No soy padre, pero supongo que ese sentimiento surge cuando tus creaciones empiezan a trascender, a desarrollarse y a caminar por sí mismas, casi independientemente de ti. Eso es el Blanc. Dieciséis ediciones, que se dice pronto. Hay que tener paciencia, entereza y muchísimas ganas de comerse marrones para seguir con la ilusión del año uno. ¿Cómo logras reunir a tanta buena gente? No tengo ni idea, pero el año que viene pienso volver. Aunque llueva —y vaya si ha llovido. Parecía A Coruña.
Quizá por la experiencia, estaba menos nervioso de lo normal. Seguí nervioso, claro, pero me apetecía, y en el momento de mayor tensión, ya sobre el escenario, me dije a mí mismo que me lo iba a pasar bien. Y me dejé fluir.
Algo que ocurre en estos eventos, sobre todo cuando eres ponente, es que la gente se quiere acercar. Algunos para dar las gracias, otros para comentar algo sobre lo que dijiste, o para preguntarte sobre otros temas. No soy alguien especialmente sociable; diría que soy más bien introvertido. Pero me siento en deuda con todas esas personas que alguna vez me han brindado su tiempo y consejos, así que pongo mi mejor sonrisa y trato de estar disponible. Noto cuando alguien me mira con ganas de acercarse, y en esos momentos enfoco la mirada, quizá hago un gesto que invita a la conversación, para que se sientan en confianza de dar el paso. Sé que esto puede sonar un poco egocéntrico, y créeme que no lo es. Me cuesta horrores, porque no siempre sé qué decir. Eso de romper el hielo se me da fatal. Pero lo veo como una responsabilidad: estar ahí, compartir lo que sé, charlar un rato, y si puedo, recomendar algún que otro libro.
Llegar hasta aquí desde A Coruña fue un poco un viacrucis: muchas horas, trenes, calor, el estrés de una ciudad grande como Barcelona, mis prejuicios sobre esta ciudad… en fin. Pero ha valido la pena, vaya si ha valido. Desde el Covid, quedan pocos valientes como David, y hacen falta más. Hace falta que nos veamos más, que compartamos más. Hace falta disfrutar, animar a la gente a pensar durante un mes en qué decir, convencidos de que no tienen nada que aportar, solo para que luego sientan el cariño de quienes los escuchan. Gracias, tío, gracias, David… pero sobre todo, gracias a Isa, la persona en producción que se encarga de que toda la magia del evento sea posible.
Me guardo la imagen de David en plenitud, como si fuera una foto analógica. Me llevo esa mención especial a Cris (Cris Busquets) y su premio nacional, o la transparencia radical de Casa Bien.
Me lo he pasado bien. Quiero hacerlo más. Así que, si tienes un evento y te gustaría que esté por allí, no te cortes. Si puedo, moveré mi vago trasero para compartir un rato con la gente que empieza, que sigue, que va y viene. Porque siento una deuda enorme por todo lo que me han dado a mí.
La autenticidad es la mejor forma de responder incluso cuando no lo sabes. Igual esta genuina forma de ser es con la que se identifican otra/os. Gracias por compartir y aportar valor a los creadores 🧡✨