Todo pasa. Es la mejor lección que puedes aprender para vivir más ligero. Bien, hoy hablaremos precisamente de esto, de la ligereza que te da saber que todo pasará. Tanto lo bueno como lo malo, todo acaba.
Es una idea a la que pienso volver en más de una ocasión, pero hoy, me centraré en lo que me hubiera gustado saber cuándo empecé a diseñar.
Tenemos demasiada prisa. Quemamos etapas sin darnos cuenta, con ese afán de querer que todo ocurra ya. Llegar a la meta sin pasar por las tardes de entreno, los pruebas, las lesiones, los días malos, los días buenos y el propio día de la carrera. Solo queremos la foto. El premio.
Pasear de vacaciones mirando casas, y en ese momento, proyectar la casa que te vas a comprar cuando te retires ¿No es ridícula la idea? Estás de vacaciones y estás pensando en algo que aún, como mínimo, faltan treinta años para que pase. Así somos.
¿No es en sí el proceso un premio?
Aunque intente vivir con la mentalidad del eterno aprendiz (créeme que lo intento cada día), siempre he sido una persona impaciente. Es decir, cuando empecé a trabajar ya quería ser senior, saber todas las respuestas, llegar al final para estar tranquilo. Y en realidad es lo que buscamos, la tranquilidad de tener todo bajo control. Sin sorpresas.
Me hubiera gustado leer esto con veinte años. Saber que podía equivocarme, que podía fallar y que, además, me pagarían por ello. Sí, me pagarían por equivocarme. Esa misma gente, me corregiría y aceptaría de buena gana que no tuviera todas las respuestas. De hecho, esperarían que más que respuestas, tuviera preguntas. Que con cada fallo aprendiera, que en realidad podía ir ligero, ¿podría? Sí, podría por ser inexperto. La gente adulta sabe que solo, haciendo, puedes sumar los suficientes aprendizajes como para dibujar una mejor una solución en el futuro.
Quemar etapas significa no disfrutar del momento. Vivir ligero es todo lo contrario a esto. ¿Estás viviendo un desamor? Quieres que acabe cuanto antes, olvidar, pasar página y encontrar algo que llene ese vacío. Pero es el vacío, el dolor, precisamente esa etapa, la que viene como un regalo en forma de aprendizaje. En forma de oportunidad, porque eso significa que la próxima vez sabrás qué puedes hacer o no, en realidad, de eso se trata pasar un duelo.
Y es que así somos, impacientes, groseros, mal educados, ingratos, ingratos por no vivir el momento presente. Ser inexperto, es una gran ventaja injusta. No sabes, y al no saber puedes tomar caminos nuevos, explorar nuevos horizontes, enseñar a los que ya hemos pasado por allí, que hay otra forma de hacer las cosas. Pero no somos capaces de disfrutar de ello, porque nuestra expectativa está configurada como si ya supiéramos hacer. Nacemos como si no doliera el amor, como si ya supiéramos diseñar. Nacemos pensando que ya venimos aprendidos.
Disfruta de la etapa de no saber. De verdad, hazlo. Disfruta de que no se espere de ti que lo sepas, solo que trabajes con ahínco, con curiosidad, con paciencia pero con garra. Con mucha garra. Trabajando con la energía que tienes cuando todo es nuevo.
Me compré un cuadro, por no tatuarme de nuevo. Este cuadro representa perfectamente esa idea. La idea de que todo pasa, que un día acabará y dejarás de ser junior. De un día a otro se esperan cosas distintas de ti. Ese proceso termina para empezar otro. Y sin darte cuenta, algo que podría haber sido divertido nunca lo fue.
De la misma manera que todo lo bueno termina, lo malo también. Mis empresas van bien, hemos tenido momentos malos. Muy malos, por supuesto. Este octubre pasado fue un mes muy difícil, el mercado nos dijo que por ese camino no, y nos tocó recalcular ruta. Y podríamos habernos quedado parados, lamentando o lamiendo las heridas. Pero no, vivimos el momento presente, como un aprendizaje, como lo que era, un momento difícil, para que una vez acabado, hoy, por ejemplo, podamos disfrutar de las buenas nuevas.
No siempre irán las cosas bien, pero de nuevo, volviendo al cuadro, aunque esa etapa sea mala, acabará para empezar otra.
Otra cosa que me hubiera gustado saber, es que, por esas prisas, por querer llegar antes, por no escuchar, por saltarnos los pasos, dejamos de ser ligeros. Y tendemos a complicar las cosas, da igual lo que sea, lo primero que proponga una persona con poca experiencia será complejo. Lo será por las capas de más, las capas que le permiten actuar con esa falsa seguridad de creer que por añadir se tiene todo bajo control. Y solo aquellos que van ligeros, sin que les importe tanto más que vivir la fase o etapa en la que están, pueden moverse con ligereza, sin tanto peso, fallando más y aprendiendo más rápido.
No desesperes porque todo acabará. Vive ligero, sin más equipaje que lo que requiera el momento. Vive, pero vive presente porque todo pasará.
Sobre ir ligero y que te importe una mierda todo va el libro que me estoy leyendo, te dejo un par de páginas que me llamaron la atención. Nos vemos el próximo miércoles.
“Me compré un cuadro por no tatuarme de nuevo” 💛
1% Cada día, sin prisa...