Qué nos puede enseñar Ilia Topuria sobre la visión
Si te sientes como un chamán o un yerbatero cuando hablas de visión esto es para ti
Como a todos, hay días en los que las dudas nos abruman. Me pasa, te pasa, nos pasa a todos. Desde que tengo uso de razón, hay momentos, casi inexplicables, que partiendo del estómago, subiendo por el corazón y pasando por la garganta, me llega a la cabeza un chispazo que me dice algo así como “es el camino correcto”. Puede ser intuición, locura en forma de convicción o yo qué sé, pero me pasa. Por eso, creo que para ciertas cosas tengo sensibilidad y por ende visión. Hoy voy a hablar sobre esto, sobre qué es, cómo alimentarla y sobre todo, cómo llevarla a cabo.
Ayer con una de mis socias, hablaba sobre qué es la mentalidad del fundador. Que se asemeja mucho a como se comporta un superviviente, y es que aunque tengas todo en contra (en la mayoría de los casos eres tú mismo) eres capaz de darle la vuelta al resultado. Ella ya tiene esa mentalidad, la mentalidad para ejecutar una visión.
Y podríamos hablar de la fe, algo que Topuria tiene muy presente, pero hoy me voy a quedar con en esa sensación de creer en algo, y creyendo, crear realidades.
En mi casa, en concreto en el salón (que es donde paso la mayor parte del tiempo) no tengo muchos libros a la vista, los que me estoy leyendo en ese momento y alguno más. Uno de los que sí está visible es la biografía de Steve Jobs (joder, cómo me gusta leer biografías). En el libro se cita cómo él es capaz de transformar la realidad a su al rededor. Era capaz de transformar los noes en síes, y era capaz de cambiar la capacidad de crear de las personas. Del no se puede, a se puede y a hacerlo mejor. Era capaz de cambiar las cosas. Lo tengo visible para recordarme todos los días lo importante que es creer en algo y pelear por ello día tras día.
Diría que para poder hacer eso, antes tienes que tener una visión. Como le leí hace un tiempo al filósofo Javier Gomá, Javier decía que la visión era algo así como el acto de entre cerrar los ojos y ver el puzle completo, sin importar que en ese momento solo tengas cinco piezas de las diez mil del puzle. Y es que se trata de verlo, mucho antes de que esté completo. Esa es la visión. Y jugando con la analogía del puzle, ayudando y ayudándote de otros para unir esas piezas, así es como logras ejecutar tu visión.
El mayor enemigo del la visión es la duda. Por eso empezaba hablándote de ella. En una entrevista a Topuria, decía que él sabía cuándo iba a ganar. Sabía que iba a ganar cuando miraba los ojos del adversario y veía la duda. En ese momento sabía que había ganado el combate.
Hay momentos en mi carrera que creo que, a pesar de dudar, he confiado en la visión y he seguido adelante. Contra todo pronóstico, contra lo que la mayoría, contra lo que todo el mundo diría, ese “no tiene sentido” ese “no es el camino correcto”, ese “te la vas a pegar”. Contra la duda, contra el miedo, contra la posibilidad de fallar. El Handbook de mendesaltaren, decir que no a clientes, no ir adelante con alguna contratación, apostar por algún proyecto, apostar por personas.
Si se lo hubiera preguntado a mi asesor financiero, me diría que estaba loco, que lo mejor era facturar más. Dejarme de lios. Porque es lo conocido, es lo que podemos controlar. Es una pieza más del puzle, necesaria por supuesto, pero no la pieza más importante para completarlo.
La fortuna y la suerte forma parte de todo esto. Pero la suerte se construye, te tiene que pillar trabajando. Como la inspiración, ya lo dijo Picasso. Suerte es oportunidad y capacidad. Topuria tuvo la suerte de encajar ese gancho y hacer un KO. Pero esa suerte la construyó desde la visión, entrenando día a día, aunque doliera, aunque lloviera, aunque no tuviera ganas e incluso aunque dudara. Antes de entrar al combate.
Como ves, ya estamos en el apartado de ejecutar esa visión. La visión es molesta, a nadie nos gusta que nos marquen el camino, y en parte tener una visión es marcar el camino. Es ver el mapa. El puzle y dirigir los pasos hacía una dirección. Superando la duda, encontrando el camino. Mirando a medio y largo plazo, y sobre todo sabiendo los riesgos que vienen cuando las cosas van bien.
Porque la visión no es solo útil para empezar, lo es más cuando vas en el camino, y aparentemente todo va bien. La gente se olvida por qué hacemos las cosas, ganamos dinero, las cosas avanzan y nos acomodamos en el statu quo. La visión está ahí para hacerte sentir incómodo cada día, porque tú que ves el puzle completo, no puedes descansar hasta completarlo. Por eso repites, de forma incansable, el motivo por el que existimos.
Sé que llevo unas semanas siendo muy pesado con mis socios, me aterroriza la idea de acomodarnos. De confiarnos y no seguir empujando, al menos la esencia de lo que un día se constituyo como visión y empresa. Nuestra esencia reside en la rebeldía y la elegancia, la rebeldía es la actitud con la que te haces preguntas, las suficientes como para encontrar oportunidades y formas distintas de hacer las cosas. Innovar desde lo micro, no con grandes invenciones sino en el día a día. La elegancia a la par te da las pistas y el camino para construir negocios bellos, que sean rentables, donde la gente quiera estar, permanecer, crecer y con ellas, crecer el negocio.
Les repetía que hoy no tenemos un problema, pero que sin un buen diseño de sistema de incentivos, en la medida que crecemos y nos vamos alejando del equipo, esa visión puede quedar desdibujada y por ende, perderse por el camino. Dejar de ser lo que dijimos que seríamos, convertirnos en negocios con un gran corazón financiero pero sin esencia. Y no es que esté pasando esto ahora, es solo mi carácter paranoide, que ante leves señales, piensa que a cuatro años vista pueden convertirse un síntoma es una enfermedad terminal llamada conformismo.
Topuria me enseñó que yo también lo soñé, qué dios está conmigo, que tengo una visión de las empresas. Una visión donde las personas están en el centro, donde la cultura es clave para ser antifragiles y que los resultados en forma de rentabilidad llegan, llegan cuando el buen hacer y una buena lectura del mercado te permiten traer y tratar a los mejores de la mejor manera posible. Cuidando de las personas, así, de esta manera logras clientes felices y negocios prósperos. Innovar cada día, hacer tres veces la pregunta “por qué”, y, aun así, seguir preguntándonos cómo podemos hacer a nuestros clientes mejores que los de la competencia.
La visión es el puzle, el puzle completo. Tu enemigo es la duda, la autocomplacencia, la falta de foco. La clave es la ejecución y no olvidarte ni un solo día de por qué diablos te levantas cada mañana para cambiar las cosas.
Os recomiendo leer a Pablo Grueso, aparte de darme ideas para escribir, es curioso lo alineado que estoy con muchas de las ideas que comparte. Me encanta cerrar con “nadie creía en ellos, hasta que lo hicieron”. Gracias por la inspiración Pablo.
En la siguiente hablaré sobre otro ingrediente de todo esto que es la sensibilidad.